jueves, 31 de mayo de 2007

ENTREVISTA: Sebastián Bessón, bisnieto del constructor

Nada más entrar en la habitación puedo percibir un intenso olor a tristeza. Sebastián es el bisnieto de Eduardo Augusto de Bessón, quien construyó el puente que será sustituido por ordenanza municipal la próxima primavera.



  • ¿Cuándo se enteró de que iban a derribar el puente que construyó su bisabuelo?


  • Hace una semana, más o menos. Llegó a mi casa de Madrid una carta del Ayuntamiento comunicándome la noticia. (Se queda callado un segundo, como reflexionando lo que va a decir). Aún no puedo creérmelo.


  • ¿Conoció usted a su bisabuelo?


  • Sí, por supuesto. Cada verano, desde que tengo memoria, mis padres nos traían a mis hermanos y a mí a Burgos. Mi bisabuelo era una persona fascinante, una de estas personas que recordarás siempre por todo lo que te ha aportado. Siempre se preocupaba por los demás, más que por si mismo.


  • ¿Le contó alguna vez cómo construyó el puente?


  • Varias veces, era una historia muy socorrida en las comidas familiares. Todos conocíamos el relato de memoria, pero a pesar de ello gozábamos cuando él nos la contaba, ¿sabe? Es como si ese recuerdo le devolviera unos segundos de vida, se sentía útil.


  • ¿Qué motivos le llevaron a construirlo?


  • Pues como sabrá, el puente Bessón se encuentra uniendo el instituto López de Mendoza con el Palacio de Justicia. Mi abuelo simplemente pretendía que estuvieran todos más cómodos.


  • Tengo entendido que el puente originario era de madera, pero más tarde pasó a ser de piedra por orden del Ayuntamiento, ¿es cierto?


  • Sí, sí, se ha informado bien. El puente se construyó en 1856, y originalmente era de madera. Mi bisabuelo, evidentemente, no tenía tanto capital como el que era necesario para realizarlo en piedra, y la verdad es que el de madera cumplía todas las funciones para las que fue creado: facilitar el acceso a la otra orilla, sobre todo a los chavales. Más tarde, creo que fue en 1867, el Ayuntamiento decidió cambiar las originarias maderas por piedra sillería, siguiendo el modelo original, pero sin consultarlo con mi bisabuelo. ¡Por supuesto se enfadó muchísimo! (Sebastián está realmente enojado. Rojo de ira, el pasado evocado le devuelve por unos segundos a la rabia del presente)


  • ¿Y qué hizo su bisabuelo?


  • Uy, esta es una historia muy divertida, que siempre me contaba mi abuela. Resulta que mi bisabuelo, como ya le he dicho, era muy cabezón (permítame que sea vulgar), y muy orgulloso. En cuanto se enteró de que el Ayuntamiento quería retirar las maderas originales, envió una instancia reclamando sus derechos legítimos sobre las mismas. ¡Imagínese mi bisabuela cómo se puso! (Sebastián se echa a reír. Es la primera vez desde que empezamos esta conversación que le noto relajado, feliz.)


  • Y viendo lo que está sucediendo, ¿tiene pensado ir a Burgos?


  • Sí, creo que llevaré a mi mujer y a mis hijos, que les gusta mucho la ciudad. Pasaremos allí una temporada, así tendremos tiempo de despedirnos del puente.


  • ¿Emprenderá algún tipo de batalla legal como lucha por la memoria de su abuelo?


  • No. (Piensa por unos instantes antes de responder). Creo que ahora más que nunca entiendo a mi bisabuelo y su historia de los maderos, pero no tengo fuerzas como para luchar contra una ordenanza así. Sólo espero que alguien más lo eche de menos cada vez que pase por el lugar que ha ocupado durante casi dos siglos.

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